¿Sabías qué...?

“Historias y anécdotas curiosas del Athletic”

Realizado por Bender


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Primer partido de pago

Uno de los partidos que enfrentó al Athletic con el Bilbao allá por 1902 en Lamiako, significó el estreno en lo que a "aflojarse" el bolsillo se refiere cuando hablamos de fútbol en el botxo. Además, tras este encuentro fué cuando se decidió que ambos equipos se unirían cuando se tratara de jugar contra equipos del exterior.

La primera copa a punto de desaparecer

La primera copa de España ganada por el Bizcaya en 1902 estuvo a punto de desaparecer. Mediada la década de los años veinte, los acreedores embargaron el local social del Athletic en la Calle Nueva, donde se hallaba el preciado trofeo, que sin embargo fue ocultado por Alejandro Acha. La copa estuvo desaparecida hasta la muerte de Acha, cuando el Athletic pidió a la familia de éste que registraran todos los rincones de su casa en busca del trofeo. Y hubo suerte, ya que, dentro de un viejo baúl, esperaba el trofeo. Desde entonces esta en la sala de trofeos hasta el día de hoy.

Ser aficionado era un deporte de riesgo

Los primeros futbolistas y aficionados que iban a Lamiako a jugar o a ver el partido, eran auténticos aventureros, porque debían saltar del tren en marcha pues no había parada alli. Según contaba el padre de Beti Duñabeitia, ex-presidente del AThletic: "Ibamos a Lamiako en el tren de Las Arenas y nos tirabamos allí en marcha porque el maquinista, aunque no tenía parada allí, aflojaba la velocidad". Todo un detalle el del maquinista que reducía el riesgo de aquellos sufridos primeros Leones. Con el tiempo se pusieron trenes especiales con parada en Lamiako en vista del incremento de "suicidas" que iba en aumento cada día.

Con la deportividad por bandera

El Athletic perdió la Copa de 1907, podría decirse, por deportividad, algo que para el club del "botxo" ha sido casi como una religión. En el encuentro ante el Vigo Sporting el arbitro, Sena, pitó un penalty claramente injusto contra los gallegos. Al hacer caso omiso el arbitro de las quejas de los gallegos y dar vía libre a lo que iba a ser una auténtica injusticia, el encargado de tirar el penalty, el bilbaino Arzuaga, avisó que tiraría la pena máxima fuera, como así sucedió. El partido lo ganó el Vigo por 2-1 y el Athletic empató a puntos con el Real Madrid (entonces se jugaba liguilla) y perdió en el desempate. De todas formas dejó un gran sabor de boca entre los aficionados.

Un "grande" caritativo

La situacion de "grande" del fútbol vasco permitió al Athletic en muchas ocasiones ayudar a que los equipos más modestos económicamente consiguieran sus objetivos deportivos. Especialmente fue famosa la colaboración con quien, además, era su más feroz "enemigo" de aquellos años, el Arenas de Getxo, durante la copa de 1919. El Arenas había ganado el Campeonato Regional, pero no tenía fondos para acudir a Madrid a disputar la final de Copa al por entonces ya poderoso Barcelona. El Athletic, que había combatido codo con codo con el Arenas durante todo el campeonato, se ofreció desinteresadamente a jugar en Arenas para recaudar fondos. El conjunto de Getxo pudo viajar a Madrid y derrotó al Barcelona por 5-2, logrando el título de Copa.

La final de Beltrán de Lis

La final de copa de 1920 entre el Barcelona y el Athletic, disputada en Gijón, pasó a la historia como "la de Beltrán de Lis". El motivo fue que cuando el partido iba 0-0, el Barcelona fue sancionado con un penalty en contra. Laka lo lanzo y lo marco, pero el arbitro, el referido Beltrán, al ver que varios jugadores del Athletic habian invadido el area antes del lanzamiento, no ordeno repetir el penalty, sino que, en medio del estupor general, señaló falta en contra del Athletic. El Barcelona ganó por 2-0, pero después del choque Beltrán de Lis recapacitó, reconocio su error, por el que pidió perdón públicamente, y se retiró del arbitraje. Una actitud admirable, y hoy en día, practicamente impensable para los árbitros actuales.

Nuevo campo en Deusto

En 1927, la directiva pensó en revitalizar el equipo, sumido en una crisis de resultados, trasladando su campo de San Mamés a Deusto. La operación se avanzó tanto que incluso la Caja de Ahorros Vizcaina se hizo con 43.291 metros cuadrados de terreno en Torre-Madariaga, por un millón doscientasmil pesetas de la época para "beneficiar a nuestro Athletic de Bilbao", ofreciendoselo luego al club en régimen de arrendamiento con opción a compra tras veinte años. El proyecto, finalmente, no llegó a cuajar. Más de setenta años despues no es posible aventurar si ese traslado hubiera sido o no beneficioso para el Athletic, pero lo que es seguro es que el Athletic, como hoy lo conocemos, no sería el mismo fuera de La Catedral.

¿Leones de pega?

El último partido de liga 1929-1930 lo jugaban el Athletic de Madrid y el de Bilbao en el Metropolitano, y mientras los vascos eran ya campeones,los de la "sucursal" precisaban los dos puntos para eludir el descenso a segunda. Como quiera que los lazos entre los equipos seguían siendo fuertes, pese a no resistir ya relación formal, los bilbainos no se esforzaron al máximo para que los madrileños evitaran el descenso, y en el descanso perdían por 2-0. El público, sin embargo, comenzó a increpar al Athletic llamandolos "leones de pega". Aquello les pico el orgullo a los Bilbainos y, dirigidos por Garizurieta se juramentaron para ganar. Al final del encuentro un 3-4 ponía a la "sucursal" en segunda y al retirarse a los vestuarios, Garizurieta se volvió al publico: "Leones de pega...¿eh?".Nadie oso responderle.

El curioso debút del "chato" con la selección estatal

Cuando Iraragorri fue convocado por primera vez para la selección estatal, un España-Italia de 1931, no tenía apenas esperanzas de saltar al campo por su corta edad, apenas 19 años. Sin embargo, a los 17 minutos, su gran amigo Luis Regueiro, que ocupaba su posición en el campo, fingió una lesión y el "chato" pudo debutar.

La exquisita deportividad de Telmo Zarra

Telmo Zarra siempre hizo gala de una exquisita deportividad a lo largo de su carrera. Entre los trofeos que guarda con más cariño se encuentran una insignia de oro y brillantes del Málaga y un botafumeiro de plata, regalo del Deportivo de La Coruña. El primero se le concedió porque en un partido el portero local, Arnau, resultó lesionado en un encontronazo con él, y pese a encontrarse sólo ante la portería echo el balón fuera para que fuera atendido. Lo mismo le sucedió en La Coruña, pero con el central Ponte. La lesión que sufrió en la temporada 1951-1952 fue por no lesionar al portero del Atlético de Madrid, Montes... En todos esos casos aplicó una norma que debería ser enseñada en todas las escuelas de futbol: "Mejor lesionarme yo que lesionar a otros". Telmo recibió, ademas, la medalla al Mérito Deportivo.

Una broma un tanto pesada

La famosa expulsión de Telmo Zarra en la final de copa de 1944, ante el Valencia, la explica el mismo así: "el juego estaba parado tras un barullo. Alvaro estaba en el suelo y un compañero me dijo en broma que le pisase. Yo hice, en bromas, además de hacerlo, pero Escartín me vio... y a la caseta". Una broma un tanto pesada.

Palomas mensajeras para avisar de los goles

En la temporada 1946-47 un gran aficionado rojiblanco como fue Remigio López ideó un ingenioso sistema para que los internos del sanatorio de Santa Marinapudieran seguir los partidos del Athletic: Por cada gol del equipo rojiblanco, se soltaba una paloma mensajera que llegaba hasta el sanatorio, y de esta forma los enfermos aficionados que allí estaban se enteraban. En algunos encuentros, y ante el empuje de "los cinco magnificos", se soltaron autenticas bandadas.

Las "lezamadas" de Raimundo

Nacido en Barakaldo, Raimundo Pérez Lezama fue un "niño de la guerra", pues tuvo que ser evacuado a Inglaterra durante el conflicto. De allí trajo a su regreso innovaciones tales como realizar el mismo los saques con la mano o desde el suelo, en vez de hacerlo un defensa, como era costumbre en aquellos tiempos. La afición bilbaina, sin embargo, se desesperaba cada vez que le veía salir muy lejos de su marco para cortar un balón peligroso con los pies e, incluso, a jugar la bola, pese a que su fuerte era el despege de puños. Lezama reconocia que "alguna vez se equivocaba", pero estuvo diecisiete temporadas prodigando sus "lezamadas", buenas o malas, defendiendo los colores del Athletic. Uno de los porteros miticos del conjunto bilbaino.

No cabía ni un alfiler

El partido Alaves-Athletic, penúltimo de la liga 1955-56, era clave en las aspiraciones rojiblancas de ganar la liga. La pasión fue tanta que a Vitoria llegaron nada más y nada menos que veinte mil aficionados con entrada, cuando el aforo era de apenas quince mil espectadores. A ellos había que sumar, lógicamente, los bilbainos que llegaron sin entrada y los vitorianos. Poco antes del encuentro, pese a que figuraba en taquilla el "no hay billetes", los reventas seguían ofreciendo tacos de entradas y, a la hora del comienzo del partido, el publico abarrotaba las gradas y se sentaba a pocos centrímetros de la linea de banda. Ante el peligro de avalancha, el choque se suspendió para disputarse al día siguiente, lunes. Y el Athletic ganó 0-3 y dio un paso de gigante hacia el título de liga.

"Bueno, ¡¡Hasta el año que viene!! ¿Eh?"

La euforia que creó en el Athletic el título de copa de 1958 fue realmente indescriptible. Hasta tal punto que Piru Gainza, el capitán rojiblanco, dijo al mismisimo Franco al recoger la copa que llevaba su nombre (copa del generalisimo): "Bueno, ¡¡Hasta el año que viene!! ¿Eh?".