Mi experiencia en Viena

Estremecedior reato de o vivido en Viena por os aficionados rojibancos

Opinión de un aficionado

domingo, 06 de diciembre de 2009 | Cartas al Director

Borja | aupaAthletic.com

Esta carta pretende ser un relato de las experiencias vividas durante el jueves 3 de diciembre en Viena. No pretendo crear polémica alguna, sólo contar de la manera más objetiva lo que nos sucedió a mí y a mis amigos en el día de ayer. Sin más, relato lo sucedido.

Llegue al aeropuerto de Viena desde Alemania a las 8.10 de la mañana, habiéndonos levantado mi amigo y yo a las 3.30 de la madrugada con toda nuestra ilusión para ir a animar al Athletic. La mañana transcurrió tranquila, estuvimos en el hotel del Athletic sacándonos algunas fotos con los jugadores y después paseamos tranquilamente por la ciudad visitando sus edificios más significativos, hasta ahí todo normal.

La cosa se empezó a torcer a eso de la una y media del mediodía, cuando los primeros radicales empezaron a aparecer por el centro de la ciudad. Había quedado debajo de la catedral con mi hermano y sus amigos para que me diese las entradas que había conseguido en Bilbao. Fue poco después a la salida de un McDonalds donde una pareja de radicales comenzaron a increparnos y a empujarnos. Amenazaban con pegarnos si no nos íbamos, y nos provocaban diciendo: “Venga que vosotros sois 8 y nosotros 2, ¡pegarnos!”. Nosotros decidimos irnos, avisados ya de lo que podría llegar a suceder después, ya se sabe que con esta gente no se puede dialogar.

Decidimos mantenernos en la zona céntrica de la ciudad para así estar más seguros. Era común cruzarte con gente con bufandas rojiblancas al cuello, y eso tal vez te hacía sentir más seguro. Si algo ocurría habría alguno de Bilbao cerca. Había una quedada improvisada de los seguidores del Athletic a las cinco de la tarde en Stephansplatz, debajo de la catedral para ir todos juntos al campo. De camino ahí fue cuando sufrimos el intento de agresión por parte de los ultras. Era una de las calles principales de Viena, repleta de gente a las 16.30 de la tarde. Se nos acercó uno de ellos por detrás gritando: “¡Fascistas!” con el brazo en alto, cinco segundos después otros cuatro aparecieron de no se sabe dónde e intentaron pegarnos patadas, eso sí, atacaban por la espalda, como los valientes. Por suerte salimos corriendo y no consiguieron pegarnos. Cien metros más adelante había tres coches de policía a los que les dijimos lo que nos había sucedido. Inmediatamente se pusieron los cascos y fueron hacía el lugar de la agresión. De mientras nosotros nos quitamos las bufandas, pañuelos, banderas y camisetas rojiblancas para evitar mayores problemas. Cinco minutos después regresaron, sin aparentemente haber detenido a nadie. Nosotros les pedimos por favor que nos escoltaran hasta el estadio, a lo que ellos se negaron. Literalmente me respondieron: “Coges la línea 3 de metro, te bajas en Reumannplatz y de ahí vas andando hasta el estadio, está al lado”. Quien dice al lado, dice a kilómetro y medio, distancia que como pudimos comprobar más tarde estaba repleta de ultraderechistas esperándonos.

Tras la negativa de estos policías a acompañarnos al estadio creímos que la mejor opción era juntarnos con todos los aficionados del Athletic. Y es aquí donde comienza la parte más surrealista de la historia. La gente iba llegando y cada uno contaba su aventura. A un grupo les habían tendido una emboscada, de la que dos no pudieron escapar y acabaron siendo pateados en el suelo, otro con la cabeza abierta por un golpe con una taza, otros que habían tenido que quedarse dentro de un bar porque había lo menos quince ultras esperándoles a la salida, y muchos agredidos por puñetazos, codazos, etc… Al final éramos unos doscientos aficionados del Athletic, ninguno con la bufanda puesta, todos acojonados y sin saber que hacer. Intentamos “dialogar” con la policía. Y la conversación trascurrió, más o menos de la siguiente manera. Todo esto en alemán. El policía debía ser el jefe de esa unidad, ya que llevaba una gorra de diferente color y fue él quien en todo momento habló con nosotros.

Yo: Por favor, nos tienen que escoltar hasta el estadio, sino va a pasar una desgracia.
Policía: No podemos, nosotros estamos asignados en este distrito y no nos podemos movernos de aquí.
Yo: Entonces que quiere, que nos agredan de camino al estadio?
Policía: En Bilbao les pegaron a los del Austria, ahora os aguantáis (literalmente).
Yo: ¿Me está diciendo que prefiere que nos peguen y que luego le diga que nos han pegado a que le avise que me van a pegar y así usted me pueda proteger?
Policía: Sí.

¿Surrealista verdad?

Al rato otro policía viene y dice: ¡Hemos detenido a dos! Y yo le dije: ¿¡Sólo a dos!? ¡Perfecto! (Teniendo en cuenta que había unos 1500 en toda la ciudad, no está nada mal haber detenido a dos ultras, es decir un 0.13%, ¡eso si que es efectividad!).

Decidimos ponernos en contacto con gente cercana a la junta del Athletic, periodistas (gracias) para que avisaran a quien tuvieran que avisar dentro del Club e incluso con algún directivo. A partir de ahí la actitud de la policía cambió radicalmente. En cinco minutos apareció un directivo o alguien importante dentro del club (desconozco su nombre, pero gracias) acompañado de dos ertzaintzas (gracias a ellos también) vestidos de paisano que suelen viajar con los aficionados del Athletic. También se presentó un policía (gracias) austriaco (jefe del de la gorra, porque este no volvió a abrir la boca). Fue gracias a estas cuatro personas como se consiguió que se nos llevara escoltados hasta el campo. El viaje lo realizamos en metro. En cada parada había grupos de 8 o 10 radicales esperándonos, que al ver que íbamos con la policía cesaron en sus planes de agredirnos. ¿Qué hubiese sido de nosotros si hubiéramos ido solos? A la salida del metro había otro grupo listo para pegarnos. Nos encontrábamos aún a más de un kilómetro del estadio, por lo que la policía nos montó en tres tranvías consecutivos hasta el estadio (se coló algún que otro energúmeno con banderas preconstitucionales al grito de “Puta Bilbao” o “Viva España”, pero sin ningún incidente, lo mejor era ignorarles). Y allí era donde nos tenían preparada la monumental. Puede que hubiese 200 o 300 esperándonos en los alrededores del estadio. Sin la policía cualquier cosa hubiera podido ocurrir. Por suerte íbamos con 30 policías delante y 30 detrás y a pesar de todo nos insultaban y amenazaban. La entrada al estadio normal, intentamos disfrutar del partido todo lo que pudimos. Lo que pasó dentro del estadio no lo cuento, porque eso ya lo vio todo el mundo por la tele o allí los que estuvimos.

La salida también discurrió sin muchos problemas, los 500 aficionados del Athletic que vimos el partido fuimos escoltados por mas de medio centenar de policías y 4 furgones antidisturbios, a pie hasta la estación de metro de Reumannplatz y de ahí hasta el centro. Una vez allí cada uno se dirigió


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