Entrevista a Galder Reguera

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Registro: 16/09/2011

Publicado hace 3 horas y 1 minuto
Editado 3 veces - Última vez hace 2 horas y 47 minutos
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Siempre interesante



Galder Reguera: “No exijo a un futbolista que tenga un posicionamiento político, pero cuando lo tiene es un poco más héroe”
El autor presenta una antología de columnas en las que, con agudeza y ternura, el fútbol explica la vida



Con Galder Reguera (Bilbao, 1975) descubres que existió un jugador del Flamengo brasileño que narraba sus propios regates al tiempo que los ejecutaba. O que Pacho Maturana recorrió con sus seleccionados colombianos el eje cafetero de su país para que entendieran que su misión era proveer felicidad a esos trabajadores. Con Reguera uno conoce mejor la vida a través del tan sobredimensionado como menospreciado fútbol.


Filósofo de formación y director de Estrategia y Operaciones de la Fundación Athletic Club, Reguera publica Por qué el fútbol (Geoplaneta), una antología de sus columnas que funciona como un abrazo para el aficionado exigente con lo que ocurre también fuera del campo. Y como una revelación para quien sienta ajeno el balón. El lector aprenderá conceptos como fútbol de proximidad, lesión en el ánimo, que un estadio no es un paréntesis del mundo o que este juego se vive en serio porque en serio es como juegan los niños.

No lloramos por una canción, sino con una canción, escribe. Y que eso ocurre también cuando nos emociona el fútbol. ¿Se imagina su vida sin él?



No. Me ha hecho sentir mucho y me ha ayudado a conocerme a mí mismo y el mundo. Para bien y para mal, como por ejemplo mi cobardía en el campo cuando jugaba de joven. A los futboleros se nos acusa de tener sentimientos artificiales. Que no puedes estar disgustado porque tu equipo ha perdido un partido en el último minuto. Tengo la teoría de que parte de esas emociones vienen de fuera del fútbol. Este es un canalizador de sentimientos que están fuera del estadio.


Sus dos hijos están presentes en su literatura. ¿Qué papel juegan en que le siga apasionando el fútbol?

Uno de los fenómenos que te ocurren al tener hijos es que vuelves a ver el mundo a través de los ojos de un niño. La fascinación, los porqués, todo eso que vas aparcando de adulto. La familia y las relaciones entre personas están muy marcadas en mi vida literaria. Soy hijo póstumo y he tenido un padrastro, por eso siempre he entendido que los vínculos no son solo de sangre, sino de lo que vives, de lo que compartes, de momentos que hay que construir. Ir con mis hijos al estadio es lo mejor. Me encanta compartir el tiempo futbolístico con ellos. Mis hijos me han hecho mejor escritor. Siempre se plantea eso de que con niños no hay tiempo para escribir y te conviertes en peor escritor, pero a mí creo que me pasa al revés.



San Mamés no es la piedra, es la gente

El estadio de su club, el Athletic, también es protagonista en su obra. ¿Está el nuevo San Mamés construyendo ya su propia leyenda para las nuevas generaciones?


San Mamés no es la piedra, es la gente. Del antiguo al nuevo nos movimos cien metros. Por eso escribí que cambia la piedra, pero el espíritu permanece. San Mamés es nuestro hogar, tú puedes cambiar de piso, pero a tus amigos les dices ‘me voy a casa’. Casa es donde habitas, también mentalmente. Al no desplazarlo de sitio, la relación de la hinchada con el espacio sigue siendo la misma. Cuando se demolió el anterior fue un día emotivo, pero al empezar en la casa nueva nos dimos cuenta de que era la misma, incluso con mayor comodidad y seguridad.

Mis hijos no tienen recuerdos del antiguo San Mamés. El mayor fue a varios partidos, pero no se acuerda y el pequeño no llegó a pisarlo. Cuando vemos juntos imágenes de antes, mis hijos dicen ‘aita, vaya campo más pequeño, ¿ahí jugaba el Athletic?’. Yo soy un poco bisagra: San Mamés antiguo era el campo de mi aitite y el nuevo es el de mis hijos.

El Mundial de Catar me generó dudas, pero creo que podemos utilizar el fútbol para educar. Antes de los partidos les contaba a mis hijos cómo la FIFA y Catar evitaban que se hablara de los derechos LGTBI

El fútbol de ahora, reconozcamos, tiene su propia épica. La final del Mundial de Catar fue un partidazo.


Si alguien dice que el mejor Mundial fue del 82, y entonces tenía 15 años, es que es el que vivió con más pasión. Yo tenía 15 en el 90, y ese Mundial a nivel de juego fue una mierda, pero recuerdo el Argentina-Camerún, el gol del colombiano Rincón a Alemania, los gemelos de Egipto o la semifinal en Nápoles entre Italia y Argentina. Cuando tus ojos están descubriendo el mundo todo te fascina.

Galder Reguera
Galder Reguera Elena Blanco
El Mundial de Catar me generó dudas sobre si verlo, pero creo que podemos utilizar el fútbol para educar. Antes de los partidos les contaba a mis hijos cómo la FIFA y Catar evitaban que se hablara de los derechos de las personas LGTBI. No me cabe duda de que ellos recordarán ese Mundial con nostalgia. Yo lo vi y no me acuerdo de la mayoría de los partidos, pero para mis hijos Livakovic es como para nosotros Taffarel.

¿A un aficionado le puede dejar de gustar el fútbol?


Te puedes alejar. Yo me he alejado en algunas épocas. Lo veía con desdén y dudas. Ahora sigo con dudas con respecto a su papel educativo por experiencia propia. El fútbol también sirve para maleducar en el sentido hipercapitalista de exigencia máxima, de distinguir por niveles a edades tempranas, de discursos tecnócratas con poca humanidad en el trato.

Pero una pelota tiene algo. Empiezas a botarla y te hipnotiza calcular las posibilidades de que entre en una papelera. Hubo un vídeo viral de una profesora que tiraba de espaldas a canasta y, si entraba, invitaba a sus alumnos a chocolate. Hay un momento, cuando la pelota se acerca al tablero, que se hace un silencio de expectación absoluta: ¿va a ocurrir el milagro? Si te gusta la pelota, es muy difícil que te borres de eso. Puedes borrarte del fútbol de élite, pero es difícil que estés un día en el parque leyendo y, si hay unos chavales jugando, no mires a ver si va a entrar ese balón.

Quizá uno de sus planes futuros, leemos en otra columna, es escribir un manual anti-coaching titulado Yes, you can’t. Parece que la retórica del fútbol no tiene término medio entre el eslogan de taza y el hiperrealismo de asumir que se sufre más que se celebra.

Eso del ‘todo se puede’, ‘es una cuestión de voluntad’, o que si el Betis consiguió ganar al Real Madrid significa que todos podemos lograr nuestras metas: odio a los coaches porque creo que son parásitos de la filosofía. Mi gran problema con eso es que gente que muchas veces necesita ayuda se pone en manos de un coach y eso pospone la ayuda psicológica profesional. Es mejor saber lo que no vas a poder hacer que obsesionarse con que lo que no consigues es solo responsabilidad tuya.

Algunos de sus héroes son Rachid Mekhloufi, José Ángel Iribar, Sócrates, Kenny Dalglish, Predrag Pašic, Éric Cantona o Thomas Hitzlsperger. ¿Qué tienen en común?

Que no se circunscribieron al estadio. Adoro a los jugadores por lo que hacen en el campo y no me importa mucho lo que hagan fuera a no ser que pasen determinadas líneas rojas. No exijo a un futbolista que tenga un posicionamiento político, pero, cuando lo tiene, para mí es un poco más héroe. El momento en que me he sentido más orgulloso de mi actual capitán, Iñaki Williams, es cuando dijo en rueda de prensa que ojalá sus goles ayudasen a callar bocas, refiriéndose a la extrema derecha.

Mekhloufi renunció a la gloria deportiva del Mundial del 58 para alistarse en el Frente de Liberación Nacional argelino y echar una mano a su país. Su suplente, Just Fontaine, fue y sigue siendo el máximo goleador mundialista, pero le pregunté una vez a Mekhloufi si no sentía pena por eso y respondió ‘voy por Argel y los niños me besan la mano’. No cambiaba por nada lo que hizo.

Los héroes a veces están cerca. Habla con cariño de Carlos Gurpegui, Óscar de Marcos, Dani Vivian o Iñigo Pérez.

Nombras a gente excepcional. He tenido la suerte de compartir con ellos mi faceta laboral y mi admiración ha crecido. Con Iñigo Pérez tuve uno de los momentos más felices de mi vida. Yo estaba en el festival de cine [Thinking Football, organizado por el Athletic] y él quiso venir. Se lo agradecí y me contó que me había visto varias veces por el club y que le daba vergüenza acercase y saludarme, pero que quería darme las gracias él a mí. Dijo: ‘Me diste clase cuando tenía 15 años y me impactó mucho, cambió la perspectiva de cómo veía las cosas’. Fueron solo unas clases de prácticas que di durante tres semanas en el colegio donde yo también estudié. Es una persona excepcional y lo están comprobando en Vallecas. El tipo de gente que hace el fútbol mejor.
Qué le irrita del fútbol actual, de ese “fútbol moderno” que habría que ir llamando posmoderno o posfútbol?

El desplazamiento del hincha. El precio de las entradas es desorbitado. Los jóvenes no pueden ir al fútbol porque es impagable, no porque se les hagan largos 90 minutos. La experiencia del estadio es maravillosa, el tiempo vuela incluso en un partido malo. Me molestan los poderes que intentan sacar del estadio a la gente que es dueña legítima de este juego: el pueblo. Muchos clubes pecan de dar la espalda a su hincha natural. Ahora hay un movimiento que recupera la cercanía, se ve en Burgos, en Santander, en el Hércules o en Barcelona con el Sant Andreu o el Europa, donde el hincha vuelve a su sitio natural. Al club de proximidad que le da lo que no puede ningún megaclub. Ese es el fútbol que debemos reivindicar.

Tampoco me gusta eso de meter la cámara en todas partes. Y no soporto las pancartas de ‘dame la camiseta’. Yo he ido de niño a San Mamés a darle dibujos a los jugadores, no quería la camiseta, no se piden. No me gusta la idolatría, en general, con el futbolista debe haber una relación más de tú a tú. Eso creo que en Bilbao se mantiene. Ignacio Martínez de Pisón la llama la ciudad de los exjugadores, porque siempre que viene se cruza en la calle con alguno.

¿Amar el fútbol es exigirle?

Sí. Como a una persona que amas. Quieres al fútbol y le pides que se comporte.

El Athletic homenajeó recientemente a refugiados de Palestina y a Honey Talijeh, excapitana de esa selección, en un acto muy aplaudido en San Mamés.

El Athletic tiene unas raíces en el territorio muy profundas y no da la espalda a la sociedad. Hay una línea difusa entre derechos humanos y política. Se dice que los clubes no tienen que hacer política y eso es entendible en cuanto al partidismo, pero todo es política. Los DD. HH. son una convención política aprobada por Naciones Unidas.

Había una exigencia social muy potente de dar un paso al frente y el club lo dio. Además, tenemos un vínculo especial con Honey porque la nombramos embajadora en nuestro 125º aniversario y amadrina un proyecto que hemos puesto en marcha en campos de refugiados palestinos en Siria. Fue una jornada muy emocionante. De esos días en que estás orgulloso de tu club. El aplauso de 50.000 en un estadio a alguien significa que esa persona no está sola.

El libro está dedicado a sus compañeros en La Cervantina, la selección española de escritores. La entrena el que define como “mejor míster del mundo”.

Ese grupo genera un vínculo muy fuerte. Me ha servido muchísimo. Cuando estaba emocionalmente agotado y hundido, Pedro [Zuazua, el entrenador] me llamó y me dijo: ‘Galder, sé dónde estás ahora, en un agujero. Y yo voy a bajar a sacarte porque he estado ahí y sé cómo se sale. Ven conmigo, tío’. Al colgar me eché una llorera de la hostia. Noté lo que era un equipo: gente que no te deja.


De haber sido jugador y quedarle un par de años de fútbol fuera del Athletic, ¿qué destino habría elegido?

Ojalá hubiera sido un one club man. Si no, no tengo ni idea. Creo que habría buscado un sitio donde hubiera pasión. Me gusta mucho el fútbol inglés. No necesariamente la Premier, de ahí para abajo. O un club que tuviera unas raíces potentes en su entorno. Lo que me da pena es que un millonario elija lo que no necesita: el dinero. No se dan cuenta de que lo que es irrecuperable es el tiempo.

**********************

Una persona con la que me agradaría tomar una caña con tiempo y hablar.


Alicia: ¿Cuánto tiempo es para siempre?
Conejo blanco: A veces, sólo un segundo.

Our Lady of Blessed Acceleration, dont fail me now.

I´m just a soul whose intentions are good
Oh Lord, please dont let me be misunderstood.



Respuestas al tema

Mostrando (1 - 10) de 10 respuestas

Respuesta #1
hace 2 horas y 49 minutos
   El fútbol es un catalizador emocional. A veces lo he comparado con una batalla sin caídos, hay ejércitos, banderas, símbolos de soberanías diversas, políticas de fichajes, filosofías, estrategias...Todo lo que hay en una guerra pero sin balas.

   
Respuesta #2
hace 2 horas y 33 minutos
Me regalaron hace tiempo ´Hijos del fútbol´ y me encantó.

Me gusta su manera de ver el fútbol.

Nos reímos del honor y luego nos sorprendemos de encontrar traidores entre nosotros.

Es mejor equivocarse siguiendo tu propio camino que tener razón siguiendo el camino de otro.

Respuesta #3
hace 2 horas y 32 minutos
Cita de Vamoaveee:
   El fútbol es un catalizador emocional. A veces lo he comparado con una batalla sin caídos, hay ejércitos, banderas, símbolos de soberanías diversas, políticas de fichajes, filosofías, estrategias...Todo lo que hay en una guerra pero sin balas.

   


Yo estoy totalmente de acuerdo.

El ser humano es una especie tribal, y el fútbol representa muy bien ese tribalismo.

No somos del Athletic, por q juegue más o menos bonito, si fuese por espectáculo con Caparrós nos hubiéramos quedado sin afición, y mira q soy caparrosista pero lo suyo juego bonito lo q es bonito no era.

Somos del Athletic porque es algo que hemos mamado desde pequeños, por emoción, por la bufanda q nos tejió la amama y no usamos por miedo a q le pase algo, es futbol no es espectáculo, es sentimiento.
Respuesta #4
hace 2 horas y 28 minutos
Cita de Jontxu001:
Cita de Vamoaveee:
   El fútbol es un catalizador emocional. A veces lo he comparado con una batalla sin caídos, hay ejércitos, banderas, símbolos de soberanías diversas, políticas de fichajes, filosofías, estrategias...Todo lo que hay en una guerra pero sin balas.

   


Yo estoy totalmente de acuerdo.

El ser humano es una especie tribal, y el fútbol representa muy bien ese tribalismo.

No somos del Athletic, por q juegue más o menos bonito, si fuese por espectáculo con Caparrós nos hubiéramos quedado sin afición, y mira q soy caparrosista pero lo suyo juego bonito lo q es bonito no era.

Somos del Athletic porque es algo que hemos mamado desde pequeños, por emoción, por la bufanda q nos tejió la amama y no usamos por miedo a q le pase algo, es futbol no es espectáculo, es sentimiento.


   Sin duda, es tribal, y en el caso del Athletic, mucho más.

   El sentimiento de ser "diferentes" o "únicos", es muy potente, tanto para integrar como para ser rechazados.

   En este último aspecto, pesa mucho la globalización, el sentimiento de pertenencia se diluye ante la posibilidad de "ser del que gana". De ahí la incomprensión de gran parte de los nuevos aficionados al Palancas o al Trampas, muchos de ellos sin conocimiento alguno sobre tradición, pertenencia (valga la rebanada) o implicación en algo más que el resultado
Respuesta #5
hace 2 horas y 23 minutos
No quiero polemizar sobre el argumentario de Galder Reguera pero precisamente la politización es lo que nos separa o divide en diferentes grupos y hace que incluso el acto más humano tenga una ponderación distinta en función de a cuál pertenezcas.

Campeones Copa del Rey 2023/2024
Campeones Supercopa de España 2020/2021
Campeones Supercopa de España 2015/2016

Respuesta #6
hace 2 horas y 14 minutos
Cita de patapun:
No quiero polemizar sobre el argumentario de Galder Reguera pero precisamente la politización es lo que nos separa o divide en diferentes grupos y hace que incluso el acto más humano tenga una ponderación distinta en función de a cuál pertenezcas.



Depende de la manera que tengas de entender la política.

Hay política en muchas cosas, incluidísimos muchos silencios que "no son política".


"Bueno, ya me he enrollao mucho". Ernesto Valverde Tejedor. 16.03.2025.

Respuesta #7
hace 2 horas y 13 minutos
Cita de patapun:
No quiero polemizar sobre el argumentario de Galder Reguera pero precisamente la politización es lo que nos separa o divide en diferentes grupos y hace que incluso el acto más humano tenga una ponderación distinta en función de a cuál pertenezcas.



La división en Cayetanolandia a dia de hoy no existe.
Sin embargo en la otra parte de la población si


Mutuas, Seg. Social, Jueces,Osalan....actúan como un cártel, son el Crimen Organizado de la "insalud" laboral.
I Daniel Blake

Respuesta #8
hace 2 horas y 10 minutos
El factor político en el Athletic está más que definido.

Si un jugador del Athletic habla sobre su voto a VOX, estaría marcado de por vida. En el Madrid no pasa eso, mucho menos en el Atlético, cayetanolandia es lo que tiene
Respuesta #9
hace 2 horas y 7 minutos
Cita de Anderson:
Cita de patapun:
No quiero polemizar sobre el argumentario de Galder Reguera pero precisamente la politización es lo que nos separa o divide en diferentes grupos y hace que incluso el acto más humano tenga una ponderación distinta en función de a cuál pertenezcas.



Depende de la manera que tengas de entender la política.

Hay política en muchas cosas, incluidísimos muchos silencios que "no son política".



Para mí la política es un herramienta que se usa para dividir, para generar conflicto y con ello distracción de lo que verdaderamente importa. La política ahoga el humanismo del individuo que es lo que debería ser lo principal en cualquier cuestión.

Campeones Copa del Rey 2023/2024
Campeones Supercopa de España 2020/2021
Campeones Supercopa de España 2015/2016

Respuesta #10
hace 17 minutos



Muy clarificador lo del lo elemento de Mestalla, campando a sus anchas en Voxland y con Tebas de sujetakubatas.

Ya no sale la noticia en titulares de prensa


Mutuas, Seg. Social, Jueces,Osalan....actúan como un cártel, son el Crimen Organizado de la "insalud" laboral.
I Daniel Blake


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