El «hermano» de Maroan que juega en el Ourense
Bonita historia, publicada en El Correo.
«Pasamos muchas penalidades». Aymane Jelbat (Casablanca, 25 años), central del Ourense que mañana se mide al Athletic, echa la mirada atrás para recordar aquel durísimo viaje que le llevó a recorrer Europa de norte a sur con un grupo de compatriotas de 15 años indocumentados y que para él finalizó en un centro de acogida de menores no acompañados en Vitoria.
La historia arranca en un modesto barrio de Casablanca. Es hijo único de un matrimonio formado por un exjugador del Raja Casablanca, Redouane, retirado a los 25 años por una lesión y que trabajaba como entrenador de fútbol base del club, y una peluquera, Farida.
El pequeño Jelbat entra a los cuatro años en la cantera del club de Casablanca, en donde juega hasta que a los 12 es reclutado por la Academia Mohamed VI en Rabat, el lugar al que llevan a los más prometedores jóvenes marroquíes y en donde coincide con En-Nesery (Fenerbahce) y Ounahi (Girona).
En agosto de 2015 viajó con 15 años con una selección cadete de la academia a un torneo en Goteborg (Suecia). Siete muchachos, entre ellos él, escaparon para quedarse en Europa. Las ganas de salir de la pobreza les animó a dar el paso. Allí estaban sin sus pasaportes y sin dinero, en poder del delegado de la expedición. «Mi sueño era llegar a España para jugar al fútbol. Lo tenía que cumplir», explica en una entrevista con EL CORREO en Ourense.
En Suecia arrancó un recorrido de 3.200 kilómetros que le llevó hasta Almería. La primera parte en trenes: Goteborg-Malmo-Copenhague-Hamburgo.
Las dificultades en Alemania
«Por suerte, uno de nosotros tenía pasaporte y a veces lograba comprar billetes, pero en otros trayectos no le dejaban», recuerda. Viajaron en ellos como polizones. En Alemania es donde peor lo pasaron. Los controles eran mayores y no era fácil colarse en los ferrocarriles sin documentación. «Nos quedamos quince días durmiendo entre la estación y una mezquita. Lo intentábamos a diario. Hasta que por fin se relajó la seguridad y llegó nuestra oportunidad. Nos colamos en un tren a Países Bajos», evoca.
Desde allí a Bélgica. El grupo se separó. Unos se dirigieron a París y otros tres, entre ellos Jelbat, a Almería con billetes de autobús comprados con el dinero enviado por la familia de uno de sus compañeros.
«Fueron miles de kilómetros, muchas penurias y fatigas», resume. Ya en España trabajó un par de semanas en la cosecha del pepino.
Su padre tiene un gran amigo en Vitoria y el joven Jelbat se presentó allí en noviembre. Se fue a vivir con su esposa y con él, un matrimonio sin hijos. Le recomendó que, de cara a regularizar su situación, lo mejor era entrar en un centro de acogida de menores no acompañados. Así lo hizo. Y a principios de 2016 se fue a vivir a Bideberri, en donde estuvo alojado durante casi dos años hasta que alcanzó la mayoría de edad.
Sus recuerdos del centro son muy buenos. Sólo tiene palabras de agradecimiento para los trabajadores que les atendían. «Hay muy buena gente. No lo olvido. Fui feliz. Me ayudaron mucho. De hecho, cuando voy a Vitoria les visito. Había dos educadoras, Teresa y Arantxa, que me llevaban ropa y me ayudaban en todo, como a hacer los papeles y buscar piso. Eran como mis madres. Algunos de los chicos que estaban conmigo ahora son educadores», destaca.
Cursillos de pladur
Jelbat hizo cursillos sobre pladur y llegó a trabajar con esas placas de yeso. Salía desde el centro a jugar al cercano campo de Adurtzabal. Un monitor brasileño, Marco, le buscó una prueba en el CD Vitoria juvenil, en el que militó tres campañas. De allí pasó al Amurrio (con el que subió a Tercera) y San Ignacio, filial del Alavés.
En esa época en el centro de menores conoce a Maroan Sannadi. «Cuando salía a jugar, siempre estaba en los campos a los que iba. Nos hicimos íntimos y fichamos los dos por el Vitoria. Su familia y él me han ayudado mucho. Me traían comida marroquí. Para mí no es un amigo, es un hermano que sé que hará cualquier cosa por mí».
En 2022 llega al Barakaldo. «Me trataron de forma maravillosa. Con Imanol de la Sota aprendí mucho. Soy del Barakaldo y del Athletic. De hecho, me siento un vasco más».
El fichaje por el club fabril le permitió comenzar a mandar dinero a sus padres, que ya no trabajan, y sobre los que hace gestiones para traerlos a su lado.
Su rendimiento en el Barakaldo llamó la atención del Athletic, que valoró ficharlo en enero de 2023, aunque finalmente dio el paso en el mercado de verano de ese año.
El sueño del Athletic
Así recuerda el emocionante momento: «Estaba en Marruecos con mi familia cuando me lo comunicaron. Me hizo una tremenda ilusión. Un chaval como yo que ha escapado de Marruecos nunca va a pensar que va a ir a Lezama, entrenar con el primer equipo y llegar incluso a jugar un partido».
Se fue a vivir con Izeta y Padilla, pero la llegada al Barakaldo de Maroan hizo que los dos «hermanos» se fueran juntos a un piso de alquiler en Basauri, en el que el delantero siguió unos meses después de fichar por el Athletic en enero de 2024.
«Su padre, que es carnicero, nos mandaba chuletas que comíamos tras nuestros partidos en Barakaldo. Yo a Maroan le quiero mucho, daría cualquier cosa por él. Hablo con él casi todos los días. Es una pena que no juegue por lesión porque me apetecía marcarle».
Recuerda ese día como si fuera hoy. Sucedió en agosto de 2023 en Sestao. Fue un amistoso ante el Eibar que concluyó 1-1 y en el que jugó 26 minutos. «Fue un sueño debutar con el Athletic y compartir vestuario con unos futbolistas que son estrellas mundiales».
Le queda la pena de no haber seguido. Tras un curso en Lezama regresó en 2024 al Barakaldo. No pierde la esperanza de volver. «Estaba en San Mamés el día de la despedida de De Marcos. Dijo ´hay gente que está en la grada que un día va a jugar aquí´. Eso me tocó mucho. Pensé por dentro ´voy a hacer todo lo posible por ser yo´».
«Me siento un vasco más. Desde mi llegada fui recibido muy bien. Nunca vi una mala cara ni sufrí un mal gesto. Jugar en el Athletic además me ha ayudado mucho», destaca. Y es tan rojiblanco que aún recuerda emocionado la gabarra. «Fui con mis amigos a celebrarlo por todo lo alto. Nos pusimos en la zona del Guggenheim. Es un día que no voy a olvidar».
AUPA ATHLETIC!
GORA JULEN!
Prefiero morir como un cobarde, ke vivir, cobardemente!
«Pasamos muchas penalidades». Aymane Jelbat (Casablanca, 25 años), central del Ourense que mañana se mide al Athletic, echa la mirada atrás para recordar aquel durísimo viaje que le llevó a recorrer Europa de norte a sur con un grupo de compatriotas de 15 años indocumentados y que para él finalizó en un centro de acogida de menores no acompañados en Vitoria.
La historia arranca en un modesto barrio de Casablanca. Es hijo único de un matrimonio formado por un exjugador del Raja Casablanca, Redouane, retirado a los 25 años por una lesión y que trabajaba como entrenador de fútbol base del club, y una peluquera, Farida.
El pequeño Jelbat entra a los cuatro años en la cantera del club de Casablanca, en donde juega hasta que a los 12 es reclutado por la Academia Mohamed VI en Rabat, el lugar al que llevan a los más prometedores jóvenes marroquíes y en donde coincide con En-Nesery (Fenerbahce) y Ounahi (Girona).
En agosto de 2015 viajó con 15 años con una selección cadete de la academia a un torneo en Goteborg (Suecia). Siete muchachos, entre ellos él, escaparon para quedarse en Europa. Las ganas de salir de la pobreza les animó a dar el paso. Allí estaban sin sus pasaportes y sin dinero, en poder del delegado de la expedición. «Mi sueño era llegar a España para jugar al fútbol. Lo tenía que cumplir», explica en una entrevista con EL CORREO en Ourense.
En Suecia arrancó un recorrido de 3.200 kilómetros que le llevó hasta Almería. La primera parte en trenes: Goteborg-Malmo-Copenhague-Hamburgo.
Las dificultades en Alemania
«Por suerte, uno de nosotros tenía pasaporte y a veces lograba comprar billetes, pero en otros trayectos no le dejaban», recuerda. Viajaron en ellos como polizones. En Alemania es donde peor lo pasaron. Los controles eran mayores y no era fácil colarse en los ferrocarriles sin documentación. «Nos quedamos quince días durmiendo entre la estación y una mezquita. Lo intentábamos a diario. Hasta que por fin se relajó la seguridad y llegó nuestra oportunidad. Nos colamos en un tren a Países Bajos», evoca.
Desde allí a Bélgica. El grupo se separó. Unos se dirigieron a París y otros tres, entre ellos Jelbat, a Almería con billetes de autobús comprados con el dinero enviado por la familia de uno de sus compañeros.
«Fueron miles de kilómetros, muchas penurias y fatigas», resume. Ya en España trabajó un par de semanas en la cosecha del pepino.
Su padre tiene un gran amigo en Vitoria y el joven Jelbat se presentó allí en noviembre. Se fue a vivir con su esposa y con él, un matrimonio sin hijos. Le recomendó que, de cara a regularizar su situación, lo mejor era entrar en un centro de acogida de menores no acompañados. Así lo hizo. Y a principios de 2016 se fue a vivir a Bideberri, en donde estuvo alojado durante casi dos años hasta que alcanzó la mayoría de edad.
Sus recuerdos del centro son muy buenos. Sólo tiene palabras de agradecimiento para los trabajadores que les atendían. «Hay muy buena gente. No lo olvido. Fui feliz. Me ayudaron mucho. De hecho, cuando voy a Vitoria les visito. Había dos educadoras, Teresa y Arantxa, que me llevaban ropa y me ayudaban en todo, como a hacer los papeles y buscar piso. Eran como mis madres. Algunos de los chicos que estaban conmigo ahora son educadores», destaca.
Cursillos de pladur
Jelbat hizo cursillos sobre pladur y llegó a trabajar con esas placas de yeso. Salía desde el centro a jugar al cercano campo de Adurtzabal. Un monitor brasileño, Marco, le buscó una prueba en el CD Vitoria juvenil, en el que militó tres campañas. De allí pasó al Amurrio (con el que subió a Tercera) y San Ignacio, filial del Alavés.
En esa época en el centro de menores conoce a Maroan Sannadi. «Cuando salía a jugar, siempre estaba en los campos a los que iba. Nos hicimos íntimos y fichamos los dos por el Vitoria. Su familia y él me han ayudado mucho. Me traían comida marroquí. Para mí no es un amigo, es un hermano que sé que hará cualquier cosa por mí».
En 2022 llega al Barakaldo. «Me trataron de forma maravillosa. Con Imanol de la Sota aprendí mucho. Soy del Barakaldo y del Athletic. De hecho, me siento un vasco más».
El fichaje por el club fabril le permitió comenzar a mandar dinero a sus padres, que ya no trabajan, y sobre los que hace gestiones para traerlos a su lado.
Su rendimiento en el Barakaldo llamó la atención del Athletic, que valoró ficharlo en enero de 2023, aunque finalmente dio el paso en el mercado de verano de ese año.
El sueño del Athletic
Así recuerda el emocionante momento: «Estaba en Marruecos con mi familia cuando me lo comunicaron. Me hizo una tremenda ilusión. Un chaval como yo que ha escapado de Marruecos nunca va a pensar que va a ir a Lezama, entrenar con el primer equipo y llegar incluso a jugar un partido».
Se fue a vivir con Izeta y Padilla, pero la llegada al Barakaldo de Maroan hizo que los dos «hermanos» se fueran juntos a un piso de alquiler en Basauri, en el que el delantero siguió unos meses después de fichar por el Athletic en enero de 2024.
«Su padre, que es carnicero, nos mandaba chuletas que comíamos tras nuestros partidos en Barakaldo. Yo a Maroan le quiero mucho, daría cualquier cosa por él. Hablo con él casi todos los días. Es una pena que no juegue por lesión porque me apetecía marcarle».
Recuerda ese día como si fuera hoy. Sucedió en agosto de 2023 en Sestao. Fue un amistoso ante el Eibar que concluyó 1-1 y en el que jugó 26 minutos. «Fue un sueño debutar con el Athletic y compartir vestuario con unos futbolistas que son estrellas mundiales».
Le queda la pena de no haber seguido. Tras un curso en Lezama regresó en 2024 al Barakaldo. No pierde la esperanza de volver. «Estaba en San Mamés el día de la despedida de De Marcos. Dijo ´hay gente que está en la grada que un día va a jugar aquí´. Eso me tocó mucho. Pensé por dentro ´voy a hacer todo lo posible por ser yo´».
«Me siento un vasco más. Desde mi llegada fui recibido muy bien. Nunca vi una mala cara ni sufrí un mal gesto. Jugar en el Athletic además me ha ayudado mucho», destaca. Y es tan rojiblanco que aún recuerda emocionado la gabarra. «Fui con mis amigos a celebrarlo por todo lo alto. Nos pusimos en la zona del Guggenheim. Es un día que no voy a olvidar».
AUPA ATHLETIC!
GORA JULEN!
Prefiero morir como un cobarde, ke vivir, cobardemente!
Respuestas al tema
Mostrando (1 - 8) de 8 respuestas
Respuesta #1
hace 1 hora y 47 minutos
Editada hace 1 hora y 46 minutos
hace 1 hora y 47 minutos
Editada hace 1 hora y 46 minutos
"Jacome melrabo" que opina de esto???..
Hizo muy buen primer año en el Bilbao Ath, alternó lateral/central zurdo.
Buena salida de balón.
Marcó el gol que llevó a la prórroga el partido contra el Oviedo.
Mutuas, Seg. Social, Jueces,Osalan....actúan como un cártel, son el Crimen Organizado de la "insalud" laboral.
I Daniel Blake
Respuesta #2
hace 1 hora y 46 minutos
hace 1 hora y 46 minutos
Vaya historia!
Respuesta #3
hace 1 hora y 42 minutos
hace 1 hora y 42 minutos
Pelos de punta...
El futbol solo es una disculpa, para poder ser del Athletic...
Lo tengo claro, morire de infarto durante un partido del Athletic..
Respuesta #4
hace 1 hora y 20 minutos
hace 1 hora y 20 minutos
Un buen jugador. Quizás le falte envergadura para jugar en la máxima categoría.
Y otro afincado en Basauri. Selton, Djaló, Hierro, Maroan...
Y otro afincado en Basauri. Selton, Djaló, Hierro, Maroan...
Alicia: ¿Cuánto tiempo es para siempre?
Conejo blanco: A veces, sólo un segundo.
Our Lady of Blessed Acceleration, dont fail me now.
I´m just a soul whose intentions are good
Oh Lord, please dont let me be misunderstood.
Respuesta #5
hace 1 hora y 13 minutos
hace 1 hora y 13 minutos
Gutariko bat.
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Bonini: "A mis amigos les deseo el Athletic de Bilbao"
Respuesta #6
hace 1 hora y 1 minuto
hace 1 hora y 1 minuto
Me encantó la historia.
Luego cometí el error de meterme en los comentarios
Luego cometí el error de meterme en los comentarios
Respuesta #7
hace 37 minutos
hace 37 minutos
Cita de JosuEleder:
Me encantó la historia.
Luego cometí el error de meterme en los comentarios![]()
Me ha pasado lo mismo.
Qué tipo de gente puede escribir semejantes comentarios?
Bueno, gente no, gentuza.
Respuesta #8
hace 13 minutos
hace 13 minutos
¡Vaya historia!
¡Que le vaya fantástico a partir de hoy!