San Mamés catapulta a la final a un magnífico Athletic

En una noche mágica, épica, indeible, el viejo león se comió al poderoso Sevilla y certificó su pase a la final de Copa 24 años después. El Athletic, llevado en volandas por una afición entregada en cuerpo y alma, arrolló al conjunto hispalense en una primera mitad electrizante. Para cuando los de Manolo Jiménez quisieron reaccionar, tenían ya tres dentelladas en la yugular que acabaron resultando letales. Tras el pitido final del pésimo Mejuto González, la pasión, la euforia y la ansiedad acumulada durante casi un cuarto de siglo de paciente espera se desbordaron en San Mamés. Lo que sucedió en esos instantes es sencillamente inenarrable. Algo así sólo podía ocurrir en un escenario sublime, en un santuario, en la “Catedral” del fútbol mundial.
Tras la resaca de la celebración y con la carne de gallina aún, la verdad es que uno no tiene el cuerpo para crónicas, pero tampoco es cuestión de pasar de puntillas sobre lo ocurrido en un partido que reconcilia a este equipo con su historia. Desde el primer segundo de juego, los rojiblancos salieron decididos a imponerse a su rival con las armas de siempre: intensidad, presión, velocidad, lucha sin tregua y un fútbol directo en busca del marco contrario. Si a eso se le añade el apasionado empuje de una hinchada inconmensurable –por momentos era incluso imposible para los jugadores escuchar el silbato del árbitro-, las posibilidades del Sevilla de salir vivo de este trance se veían drásticamente reducidas. Así fue. En el primer tiempo, los leones se comieron literalmente al cuadro andaluz apelando a sus virtudes ancestrales y se marcharon al descanso con un contundente 3-0 en el marcador. En la segunda mitad, en cambio, el Athletic recurrió al más puro estilo Caparrós para matar el partido con continuas interrupciones y un sólido fútbol de contención, que imposibilitó cualquier atisbo de reacción sevillista.
La primera dentellada de los leones no se hizo esperar. A los 4 minutos de juego, Fernando Llorente peinó un saque de banda botado desde la derecha del ataque rojiblanco y Javi Martínez, entrando con mucha fe, remató con su pierna derecha. Palop repelió en primera instancia el disparo, pero el centrocampista navarro recogió el rechace y envió el balón a la red. San Mamés estalló. Poco después, Pablo Orbaiz marró una magnífica oportunidad para hacer el segundo tras quedarse solo ante Palop y, sin solución de continuidad, Javi Martínez conectaba un buen testarazo que se le marchó ligeramente desviado por encima del larguero.
El Athletic era ya un vendaval impulsado por 40.000 gargantas. Bien conducido por un magistral Yeste, que supo durante todo el encuentro cuál era el ritmo a marcar en cada momento, los rojiblancos acorralaban a un Sevilla incapaz de sacudirse la presión y el dominio apabullante de la escuadra bilbaína. En esa fase del choque, el inefable Mejuto González empezó a reclamar su cuota de protagonismo con sus retorcidas decisiones. No en vano, la parroquia rojiblanca le reclamó dos posibles penaltis sobre Toquero y Llorente que tenían todos los visos de merecer el máximo castigo.
A pesar del colegiado, era cuestión de tiempo que sobreviniese el segundo zarpazo de los leones. Y llegó en el minuto 34, en una larga jugada de ataque que se incició por la banda derecha y que acabó con un centro de Fran Yeste desde la izquierda, que Llorente transformó en gol con un remate de cabeza picado. San Mamés volvió a estallar. A esas alturas del encuentro, el vendaval rojiblanco era ya un huracán. De ahí lo que aconteció tan sólo dos minutos más tarde. Llorente ganó la partida por bajo a sus marcadores y metió un buen pase para el desmarque por la izquierda de Toquero, que colocó el balón lejos del alcance de Palop. San Mamés estalló por tercera vez en poco más de media hora. Ni en nuestros mejores sueños hubiésemos imaginado un guión así.
MADE IN CAPARRÓS
En el descanso, quien más quien menos, temía la esperada reaccion del Sevilla, un equipo no solamente sobrado de talento sino también de poderío físico. Sin embargo, los de Manolo Jiménez fueron incapaces de enchufarse de nuevo a la eliminatoria y únicamente dispusieron de dos o tres ocasiones para poner en aprietos a Gorka Iraizoz. La solvencia defensiva del Athletic, que jugó más replegado y juntó sus líneas para cerrar huecos, y el oficio que mostró el equipo de Caparrós a la hora de parar el partido y dejar que se consumiesen los minutos les dejó sin opciones. El bagaje intimidatorio de los andaluces quedó reducido a una peligrosa chilena de Jesús Navas, un remate franco de Kanouté en una acción que el juez de línea invalidó por fuera de juego y poco más.
Por el contrario, el conjunto bilbaíno gozó de un par de ocasiones para sentenciar definitivamente la eliminatoria. En la primera, Yeste metió un buen balón a Gaizka Toquero, que se internó en el área por la izquierda y no supo definir. El gasteiztarra dudó entre centrar o chutar y el balón acabó mansamente en las manos de Palop. En la segunda, Ion Vélez superó por velocidad a su par y disparó a puerta, pero Llorente no estuvo rápido de reflejos a la hora de pugnar por el rechace del cancerbero sevillista.
Así las cosas, el partido se convirtió en un ejercicio de impotencia del Sevilla, como quedó reflejado en las salidas de tono de un desquiciado Kanouté o en la desesperación de Jesús Navas. El fino interior andaluz, a quien Koikili anuló por completo, debió irse a la calle antes de tiempo por sus malos modos y por la fea entrada con que culminó su aciaga noche. Entre tanto, la hinchada rojiblanca empezaba a disfrutar de una final que podía tocar ya con la yema de sus dedos. Al grito de “Del Nido, cómeme el rabo” -que resonó en Bilbao durante toda la jornada en alusión a las desafortunadas declaraciones del presidente sevillista (dijo que su equipo se comería al león “desde la melena hasta el rabo”)-, las gradas eran una fiesta en plena efervescencia. Y en esto, Mejuto señaló el final del encuentro. Y San Mamés estalló de nuevo en un rugido ensordecedor, y llegó el delirio, el éxtasis, la locura, deliciosa y bendita locura.
Lo ocurrido posteriormente en las calles de Bilbao y en todos los santuarios rojiblancos esparcidos por el mundo daría para escribir un libro. Personalmente, me quedo con la imagen de los jugadores bajándose del autobús para mezclarse con los aficionados y bailar la conga en plena calle. Un detalle que va más allá de la mera anécdota, por cuanto demuestra el estrecho vínculo que une a este club con su pueblo.
En la final del 13 de mayo nos aguarda el todopoderoso F.C. Barcelona, el adversario más complicado que podía cruzarse en nuestro camino. En cualquier caso, este hecho tiene también una lectura positiva, ya que abre de par en par las puertas de la UEFA al Athletic de cara a la próxima temporada. La leyenda del rey león continúa.
ATHLETIC CLUB: Iraizoz; Iraola, Ocio, Amorebieta, Koikili; David López (Gabilondo, min. 87), Orbaiz, Javi Martínez (Gurpegi, min. 79), Yeste; Toquero (Ion Vélez, min. 68) y Llorente.
SEVILLA: Palop; Mosquera, Squillaci, Prieto, Fernando Navarro; Navas, Fazio (Luis Fabiano, min. 35), Romaric (Duscher, min. 77), Adriano (Capel, min. 46); Renato y Kanouté.
GOLES:
1-0 Min. 4: Javi Martínez remata un balón peinado por Llorente, Palop despeja en primera instancia y el propio jugador navarro remacha a la red.
2-0 Min. 34: Yeste centra desde la izquierda y Llorente bate al meta sevillista con un certero testarazo.
3-0 Min. 36: Llorente roba un balón al borde del área y cede para Toquero, que supera por bajo a Palop.
ÁRBITRO: Mejuto González, del Colegio Asturiano. Mal.
Mostró tarjeta amarilla a los rojiblancos Orbaiz, Iraizoz, Amorebieta y Ocio, y a los visitantes Navas y Fernando Navarro.
INCIDENCIAS: Lleno absoluto en San Mamés y ambiente de gala en las gradas. Terreno de juego en buenas condiciones, a pesar de la lluvia caída en una tarde-noche fría y húmeda.
Tras el final del choque, el público saltó al terreno de juego para celebrar la clasificación junto a los jugadores.
A pesar de la escasez de entradas, fueron numerosas las peñas foráneas que estuvieron representadas en San Mamés. Entre ellas las de Puerto Serrano (Cádiz), la Gabarra de Lepe, Sabiote (Jaén), Huerta de Murcia, la Furia de Cieza, Archena, Bullas (Murcia), La Vila de Alicante, Campo de Criptana, la Catedral de León, Aguilar de Campoo, Amigos del Athletic de A Coruña, Guardo, Madrileña, Euskal Etxea de Madrid, Gorri Zuria de Villanueva de la Cañada (Madrid), Ciudad Real, Alcossebre (Castellón), Vinaroz, Bilbo Ondokoak de Barcelona, Morella, Almansa, Talavera, Iparraldeko Peña, Haro, Rincón de Soto, Azagra, Tudela, Pradejón, Calahorra, Huesca, Aldeanueva, Autol, Valtierra, Zaragoza, Ezkarai, Logroñesa, Samaniego, Alfaro, Tarazona, Ribaforada, Burgalesa y Rioja Alavesa.