Opinión

Nico y la Dulce Liga de los Clubes Extraordinarios

Alguno habrá que recuerde cómo se sacó a los Williams de Pamplona para llevarlos a Lezama.

Nico Williams celebra un gol en un partido de cuartos de final de UEFA Europa League contra el Celtic Rangers en San Mames el 17 de abril de 2025.
NurPhoto
Rafa Cabeleira
Actualizado a

Anda revuelto Bilbao ante la posibilidad de que Nico Williams pague su cláusula de rescisión con el dinero del Barça, una posibilidad aplazada desde el pasado verano, cuando Deco y Laporta intentaron convencerle de que Barcelona también es una ciudad fantástica para jugar al fútbol y ser feliz. Mucho se habla de la comodidad del hogar como piedra angular del bienestar, como si existiera confort en la aventura. No hay que temer al cambio y la mejor opción para Nico podría pasar por un nuevo Camp Nou a punto de estrenarse, un entrenador que potencia a casi cualquier futbolista y unos compañeros que lo esperan con los brazos abiertos y los ojos cerrados.

Imaginar a Nico vestido de azulgrana desagrada a la parroquia vizcaína, pero no a todos por idénticos motivos. Están quienes temen perder al jugador franquicia de la próxima década, los que aprietan el puño porque es el Barça quién llama a su puerta y hasta los que preferirían verlo vestido de blanco: quizás para odiarlo aún más, puede que solo para odiarlo mejor. Alguno habrá también que no esté dispuesto a ensuciar los buenos momentos de Nico en el Athletic y hasta recuerde cómo se sacó a los Williams de Pamplona para llevarlos a Lezama, pero a buen seguro serán los menos: en esto del fútbol, el que expolia siempre es el otro.

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Conste que soy de la opinión que el aficionado tiene derecho a enfadarse, incluso a indignarse. Un poco, al menos, porque lo contrario demostraría escaso celo en la defensa de sus colores. Pero una cosa es el chasco y otra muy distinta la deshumanización de quien ha defendido tu camiseta. Borrar su cara de un mural y sustituirla por una pintada airada solo incide en la idea de que algunas personas necesitan madurar. La pasión es otra cosa. Y el ambiente que se está creando alrededor de cualquier movimiento que intente el Barça ya no sé ni lo que es. Como si fuese el único club que defiende sus intereses. Como si todos los demás conformasen la Dulce Liga de los Clubes Extraordinarios.

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